viernes, 8 de junio de 2007

Las tipuanas de mi calle no tienen quien las pode

Hace algo más de dos lustros hice realidad una de mis ilusiones: vivir en una casa con jardín. Pero no crean que soy un potentado. Estuve en el sitio adecuado y en el momento adecuado. Ahora cuesta cuatro veces más y me resultaría imposible comprarla.

Plantar algunos árboles, cuidar el césped, regar, sembrar plantas en el arriate, cenar en el patio al fresquito. ¡Ay, cenar en el patio! ¡Qué iluso!

La ancha avenida con la que linda la tapia de mi jardín está flanqueada por numerosas y enormes tipuanas de flor amarilla. A pesar de que sus pies están a varios metros de la tapia, sus brazos sobrevuelan la amplia acera atravesándola y meciéndose sobre mi jardín, al que inundan de pulgones, hojas y flores resinosas.

Al principio, reservé una parte del arriate para mi pequeño huerto. Un día tonto lo tiene cualquiera. Sembré tomates, pimientos y hasta berenjenas. Al año siguiente, cuando las tipuanas se asomaron al jardín y se dedicaron a sacudirse los pulgones, tuve que sustituir las tomateras por aloe vera, dama de noche, jazmines.....Por más que fumigaba, era imposible eliminar la plaga. Al comprobar que el ayuntamiento ni podaba ni fumigaba los árboles que él mismo había plantado, decidimos contratar a una empresa especializada para hacerlo. Por supuesto a costa de mi bolsillo. Llegaron con su camión, trajeron su cuba, sus escaleras, sus cinturones de seguridad y a los cinco minutos estaban los municipales instándoles a que se marcharan. Resulta que está prohibido podar los árboles que son propiedad del ayuntamiento. Se quedaron sin podar y yo con cara de gilipollas. Hace un par de años comenzaron a venir unos jardineros a hacer como que podan. Imagino que vienen de parte del Monteseirín, pero de fumigar, nada de nada.

Así que he tenido que aprender a convivir con los pulgones, las hojas caídas, el patio pringoso de la resina de las flores y las tortillas de papas con carne fresca cuando la brisa nocturna de primavera hace aterrizar en la mesa a nuestros diminutos invitados. ¿A quién se le ocurriría sembrar estos árboles en la vía pública con lo bien que huele el azahar? Cosas de "moernos" que ya no plantan naranjos, arrancan farolas fernandinas y siembran de catenarias mi Sevilla. A más de uno le metía yo los pulgones por los coooo......rtate un pelín Tato, que te pierdes.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Al ser un árbol ornamental como le ocurre a la jacaranda es muy vistoso y queda muy mono, pero claro a la hora de plantarlo deberían de tener en cuenta donde hacerlo.
Para alinear calles está bien pero cerca de los edificios no es muy conveniente porque sobre todo su raíz es muy agresiva y sus ramas como no se cuiden llegan a tocar el suelo o colarse en las casas como es tu caso.
Claro que aquí eso de cuidar como que no lo controlan mucho.
Dicho esto, te envidio por tener una casa con jardín, con todos sus inconvenientes, pero te envidio.

Claudia Brocoli dijo...

Querido Er Tato:
Es para mí un gran placer descubrir esta ventanita de opiniones para discrepar. Me haré tu asidua, no lo dudes, y sin duda estarás en mis enlaces en cuanto me pare a actualizarlos.
En cuanto a lo de las tipuanas, creo que existe un artículo perdido en el Código Civil según el cual los frutos de las ramas de los árboles que ocupan otra propiedad son del "invadido". Por analogía, supongo que podrás podar, no ya la rama en sí, desde la base del tronco, sino la parte que se meta en tu propiedad. Es una idea nada más. Pero estaría bien contrastarla con algún abogado. Si encuentro el artículo del CC te lo mando. OK?
Ah, y cómo no: un chupetón.

Er Tato dijo...

En efecto, estas cuestiones están reguladas en el art. 592 del CC y hay reiterada jurisprudedncia al respecto. El problema es, por un lado, que las ramas están a unos 6 metros de altura, y por otro, que aunque las corte, los pulgones de las que quedan siguen haciendo prácticas de paracaidismo sobre mi jardín, así como las hojas y las flores pringosas. La única solución sería la sustitución de estos árboles por otros más adecuados. Vamos, que no hay solución. En cualquier caso, gracias por tu apunte.

Y ya sabes, puedes pasarte por aquí a discrepar cuando te apetezca. Tu aparición ha sido una agradable sorpresa. Y aunque mi taberna es más de cruzcampo fresquita, vinos diversos y "chochitos", acabo de ponerle tu nombre a una botellita de vodka y he encargado una caja de mirindas de naranja.

Un beso

P.D.: Oye, que me dice el de los refrescos que de qué planeta he salido, que qué es eso de las mirindas, así que le he dicho que traiga "sueps"

el aguaó dijo...

Al fin y al cabo, no dejan de ser unos intrusos que están invadiendo tu casa.
Lo que no comprendo es que planten esos árboles tan cerca de viviendas con jardín, lo que se convierte en un auténtico problema para los vecinos. Pero como siempre, el Ayuntamiento no cae en esas cosas. Es curioso, pero la tipuana es un regalito que nos trajo Cristóbal Colón. Con lo bonito que son los naranjos y lo bien que huele el azahar, como bien has dicho.

En fin. Suerte para luchar con las tipuanas, los pulgones y la guardia civil, como no.

Un fuerte abrazo.

Reyes dijo...

Creo que es el árbol que hay por donde trabajo y que va a conseguir que me encuentre a una familia de rumanos dentro de mi coche ya que soy de las de agua de lluvia, no lavacoches...
No obstante, enhorabuena por tener jardín, a mí me van mas los áticos.