viernes, 30 de noviembre de 2007

Cuento: El emepetrés

Desde que me había comprado aquel emepetrés de última generación, mi vida había cambiado por completo. Al principio sólo lo usaba para aislarme del mundo, pero poco a poco comencé a apreciar otras virtudes accesorias de ese mágico aparatito. Una música para cada estado de ánimo, viceversa, una excusa para ignorar a la pesada vecina en el ascensor, una forma de escuchar conversaciones ajenas sin parecer una cotilla, un chivato que advierte del exceso de cerumen....

Un día, como siempre andaba corriendo tras el tiempo sin atraparlo, le pedí a mi hermano que en sus ratos libres se encerrase en su cuarto, leyese en voz alta el libro de Introducción al Derecho y lo grabase. Para hacer la prueba, durante toda una semana me puse los auriculares en cuanto me levantaba y no me los quitaba hasta que caía rendida en la cama. En el metro, por la calle, en el trabajo mientras fregaba los suelos de las oficinas o las escaleras, en el almuerzo, en el gimnasio. Después recopilé todas las preguntas relativas a esa materia que habían aparecido en las oposiciones de los últimos treinta años y me puse manos a la obra. Las clavé todas. Y sin hincar un sólo codo. Al día siguiente le entregué a mi hermano los diez libracos, casi once mil quinientas páginas, para que los convirtiera en verbo y los encerrase bajo llave en el emepetrés.

Dejé mi trabajo. Durante los dos años siguientes, aquel pepitogrillo sabihondo se convirtió en un apéndice más de mi cuerpo. Apenas hablaba con nadie, ni leía, ni veía la televisión, ni salía con mis amigos..... Ni siquiera pisaba ya mi adorada biblioteca. Sólo escuchaba una y otra vez aquellos libros que la voz de mi hermano había desintegrado para recomponerlos en una eterna sucesión de segundos, minutos, horas. Muchas horas.

Llegó el esperado día. Repartieron los folios con las preguntas y me dispuse a contestarlas con la estúpida arrogancia de quien se sabe invencible. Cuando posé mi mirada sobre el papel, pensé que aquello debía ser una broma de mal gusto. Miré a mi alrededor y todos estaban ya escribiendo a destajo en sus respectivos exámenes. No entendía aquellos símbolos tan raros. Ni siquiera era capaz de escribir mi nombre en la cabecera. Una serpiente de angustia comenzó a subir por mi pecho hasta enroscarse en mis cervicales. Como un cilicio que traspasaba mi nuca para abrazar un cerebro a punto de estallar. El pánico, remojado en sudor frío, terminó empujándome con violencia contra la realidad. Lo peor no era suspender el examen. Tampoco haber encerrado entre absurdos paréntesis dos años de mi vida. El drama era que había perdido, quién sabe si para siempre, la llave de aquellas mágicas puertas que me habían permitido, antes de aquella locura, vivir otras vidas desde el viejo sillón orejero que dormitaba en un rincón de mi modesta biblioteca. No reconocía las letras. Ya no sabía leer.


(Para Reyes, dama de sevillano nombre, con afecto. Espero que la dedicatoria no tenga derechos de autor)

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Cuestión de suerte

Ayer, mientras cruzaba en taxi la capital de una magnífica isla en una noche espléndida, iba como siempre, pensando en mis cosas y sin echar mucha cuenta ni al trayecto, ni al taxista.

Cuando estábamos llegando al hotel, con el dulce acento de esa tierra que no pierde musicalidad ni cuando el instrumento es una ruda voz masculina, el buen hombre volvió la cabeza y me dijo algo que no entendí bien. ¿Perdone?, le dije. Que seguro que es usted un hombre con suerte, me contestó alegre. Me quedé descolocado y, mientras pensaba que en efecto soy un hombre con suerte, algo en mi cara debió indicarle que no sabía muy bien a qué venía eso. ¿No se ha dado cuenta?, inquirió con una sonrisa. Hemos atravesado la ciudad con todos los semáforos en verde y es la primera vez que me ocurre, aclaró por fin.

Sonreí y le contesté que me alegraba de que opinara eso. Había comprado esa misma mañana cuatro décimos de lotería para el sorteo de Navidad. Y acabados en trece. Antes de despedirnos me deseó suerte. ¿Más aún?, pensé. Le di una buena propina. Él no lo sabe, pero tengo apuntado su número de licencia. Si cae el gordo, a lo mejor se lleva una sorpresa.

En el avión de vuelta, subido a ese duermevela que braceando bordea la realidad para no caerse al precipicio de la fantasía, se me apareció un cuento. O lo soñé, porque cuando bajé de las nubes, de las reales y de las otras, se me había olvidado por completo. Y les aseguro que era espectacular.


sábado, 24 de noviembre de 2007

Simplemente genial

Olor a chimenea en el salón y racimos de flores en la dama de noche. Por cierto, olían hasta hace tres días sin necesidad de pilas ni de escupir cada nueve, dieciocho o treintaseis minutos. Sí, tengo un Air-Wick en casa. Cosas de mi mujer. Finales de Noviembre, el principio del fin del año. Sábado gris, pizza de teléfono, sobremesa de pistachos y rioja.

Hojeando la prensa me topo con un delicioso artículo sobre el torero Rafael el Gallo. En una de esas genialidades que algunos artistas, casi sin querer, sueltan de vez en cuando, el Gallo retrató con absoluta maestría la condición humana. En esta época de Historia a la carta, de buenos y malos, malos y buenos, buenos y malos.....cobra absoluta vigencia la respuesta que dio cuando un amigo le preguntó qué opinaba sobre nuestra guerra civil. El maestro respondió:

-Pues no sé qué decirte. La gente de un lado y la del otro están haciendo unas cosas, que ya no sé quiénes son los malos y quiénes son los míos.

Simplemente genial.


viernes, 23 de noviembre de 2007

Por si no os habéis enterado.......

En nuestra ciudad se está celebrando un evento nacional sobre el mundo de los blogs. Aquí tenéis el enlace por si os apetece daros una vuelta por allí.

Igual ya lo sabíais, pero por si acaso.


Cuestión de fe

- ¿Me da un mapamundi, por favor?
- ¿De dónde?


(Tal cual me contó mi hijo que le pasó. Las segundas y sucesivas interpretaciones son de exclusiva responsabilidad del lector)

jueves, 22 de noviembre de 2007

Cuento: Videoconferencias

Sin duda, mi doctorado en ingeniería, aunque ya no ejerciese desde hacía décadas, me permitía apreciar mejor los matices, inapreciables para los profanos, de esas auténticas obras de arte que la fantástica imaginación de mis colegas ponía al alcance de cualquiera. Nunca estaré suficientemente agradecida a los avances tecnológicos. Hasta hace pocos años, era impensable mantener una conversación cara a cara con familiares o amigos que estaban lejos, muy lejos. Y cuando una está sola en el mundo, el frío del desamparo, con sus greñas, su suciedad y sus vaqueros rotos, se asila en el alma con la impertinencia de un okupa, engullendo con avaricia tus ilusiones y defecando desesperanza sin el más mínimo pudor.

Por eso desde hace algún tiempo, no recuerdo bien cuánto, me impuse la obligación de mantener una videoconferencia diaria con algún ser querido. No estaba dispuesta a que la distancia se convirtiera en una goma de borrar recuerdos o en una sordina que alejase poco a poco sus voces. Cuando por fin pudiera reunirme de nuevo con ellos, no quería encontrarme con extraños a los que amar por obligación, sino abrazarlos con un cariño esculpido a golpe de cercanía. Todos los días me sentaba delante del televisor. Tenía un horario de videoconferencias muy estricto que casi siempre se cumplía escrupulosamente. Lunes y miércoles a las diez de la mañana, mi abuelo materno. Martes y viernes a la una de la tarde, mi madre. Y los jueves a las nueve de la noche, aquel amigo de la infancia que se marchó hace ya veinticinco años. Los sábados y domingos preferí no ocuparlos por si hacía planes de fin de semana, aunque me estaba planteando muy seriamente ampliar mi plan semanal de cariño telemático a esos días.

Aquel jueves, cuando llegó el momento, mi amigo no apareció. Esperé casi una hora, pero nada. La pantalla se mantuvo en negro y se me agotaba el tiempo. A los pocos minutos sucedió lo inevitable. Irrumpieron en la sala de recreo los celadores, los enfermeros y los médicos. Sacaron el mando a distancia que siempre guardaban bajo llave, encendieron el televisor, pulsaron el cinco y se sentaron, agitados y ansiosos, a esperar el inminente comienzo de Gran Hermano. Nunca entendí por qué mi psiquiatra insistía en que no debía olvidarme de tomar mis pastillas y en que no me quitaran la camisa de fuerza. Al fin y al cabo, yo sólo hablaba con mis seres queridos frente a un televisor apagado, mientras que aquel rebaño de presuntos cuerdos perdían su dignidad frente a uno encendido.

(Con cariño para Glauca)


miércoles, 21 de noviembre de 2007

Sincera impudicia

No sé yo si tanta sinceridad es buena. El nuevo capítulo de ayer de "Tengo una pregunta para usted" tuvo como estrella estelar, valga la redundancia, a nuestro presidente autonómico, que no autónomo. Tengo que reconocer que a mitad de programa lo quité porque me dió un ataque de vergüenza ajena, pero he leído que dijo tener sólo 3.400 euros ahorrados.

Teniendo en cuenta que tiene todas sus necesidades, las básicas y las extras, generosamente cubiertas y que gana 60.000 euros netos al año, no sé yo. Insisto. No sé si es buena tanta sinceridad. Si es verdad, mal asunto que un gestor de la cosa pública no sepa gestionar eficazmente su patrimonio.

Dejémoslo ahí, no me vaya a caer una querella.


lunes, 19 de noviembre de 2007

Ojo al dato

La prensa se ha hecho eco de un informe realizado por un portal inmobiliario en el que, entre datos de tamaños medios de vivienda, precios medios de venta, precios medios de alquiler y otra información por el estilo, se afirma que alquilar es la mitad de costoso que comprar. O dándole la vuelta a la frase, que comprar es el doble de caro.

Incluso en medios digitales de cierto prestigio, alguno de ellos con el término "finanza" en su nombre, se dice en titulares que se acabó el dilema entre el alquiler y la compra, en el sentido de que ya interesa más alquilar que comprar.

Los datos de los que parten para tal afirmación son que las características de la vivienda media en alquiler y en venta son similares, que el precio medio de alquiler de la misma es de 965 euros/mes y que el precio de venta es de 299.959 euros. Con esos datos, tomando como periodo de amortización treinta años y el tipo de interés actual, la cuota de la hipoteca ascendería a 1.690 euros/mes. De esta forma, llegan a la conclusión de que al cabo de treinta años, habremos pagado unos 348.000 euros de alquiler y unos 608.000 euros en cuotas hipotecarias. Conclusión: interesa más alquilar que comprar.

Pues no señor. En el análisis se comete un error de bulto: el valor del dinero y de los activos varían con el tiempo. Así, si partimos de ciertos supuestos más que razonables, incluso optimistas a favor del alquiler, tales como que el IPC anual en los próximos treinta años sea del 2%, que los tipos se mantengan en los niveles actuales, que los activos inmobiliarios se revaloricen sólo el IPC, es decir un 2%, y tenemos en cuenta el factor temporal al valorar los pagos y los activos, las conclusiones serían otras. Prescindiremos del necesario requisito de la conversión de euros corrientes a euros constantes para poder comparar y sumar magnitudes homogéneas por simplicidad en los cálculos. Y porque, aunque altera el resultado monetario, no altera el sentido del análisis. Vamos a ello.

Puesto que el propietario querría subir al menos el IPC anual en la cuota de alquiler, el importe pagado a lo largo de los treinta años sería de unos 470.000 euros y no de 348.000 euros. Para el caso de la compra, al cabo de los treinta años habré pagado los 608.000 euros y dispondré de un activo que se ha revalorizado hasta los 533.000 euros (a razón de un 2% anual). Es decir, que he pagado 260.000 euros más que alquilando, pero dispongo de un patrimonio de 533.000 euros, lo que arroja un saldo a favor de la compra de 273.000 euros (si hubiésemos trabajado con magnitudes constantes actualizando valores, la diferencia real hubiese sido de unos 192.000 euros de los de ahora). Otra cuestión bien distinta es que no dispongamos de la liquidez mensual necesaria para comprar y nos veamos obligados a alquilar.

Moraleja: hay que leer los periódicos con espíritu crítico.


Ahí queda eso

"Los dos principales enemigos de la sociedad libre o de la libre empresa son los intelectuales, por un lado, y los hombres de negocio por el otro, y por motivos opuestos. Todo intelectual cree en la libertad para sí mismo, pero se opone a la libertad de los demás. Cree que debería haber una oficina de planificación central que establezca las prioridades sociales. El empresario es justo lo contrario. Todo empresario está a favor de la libertad de todos los demás, pero cuando se trata de él la cuestión cambia. Él es siempre el caso especial. Él debería tener privilegios específicos del Gobierno: una aduana, esto, aquello…"

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"Estoy a favor de legalizar las drogas. Según mi sistema de valores, si la mayoría de la gente quiere matarse a sí mismos, tienen todo el derecho de hacerlo. La mayoría de los problemas que vienen de las drogas son porque éstas son ilegales. "

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"Mucha gente quiere que el gobierno proteja a los consumidores. Un problema mucho más urgente es proteger a los consumidores del gobierno. "

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"El poder centralizado no se vuelve inofensivo por las buenas intenciones de quienes lo crearon."


(Milton Friedman, Premio Nobel de Economía)


domingo, 18 de noviembre de 2007

Cuento: Paronomasia

Aún no había llegado nadie. Ni siquiera el terapeuta. Me agobiaba cuando era el primero en llegar y encontraba aquel salón vacío, con un semicírculo de mesas y sillas solitarias en el centro y varios fluorescentes haciendo guiños a mi tragedia. Bueno, a la que había sido mi tragedia hasta hacía dos meses. Por culpa de mi adicción había perdido familia, trabajo y amigos. Amigos de los normales, porque de los otros, de los que compartían tormento conmigo, tenía muchos. Pero no era lo mismo.

Un día, el único amigo normal que aún me aguantaba, quizás porque en una ocasión le salvé el pellejo impidiendo que un virus en su ordenador le estafara cuarenta mil euros de su cuenta corriente, me habló de la asociación. Recuerdo que le dije que me dejara en paz, que era incapaz de vencer mi adicción y que además no quería hacerlo. No quería quedarme vacío. No quería perder lo único que le daba ya sentido a mi vida. Lo había perdido todo y no quería desprenderme también de aquellos breves e intensos momentos de felicidad que obtenía varias veces al día, cuando estallaba en mil pedazos el sinsentido en que se había convertido mi existencia para recomponerse fugazmente como un mágico zigurat. No entendía cómo unos pocos fogonazos de ilusión diarios podían hacer soportables los somnolientos días y las insomnes noches. Pero así era, un día y otro. Su insistencia, que nunca agradeceré lo suficiente, y mis ya escasos cuarenta kilos de peso a pesar de mi metro ochenta, me animaron a intentar salir de aquella bruma permanente.

Tras dos meses de terapia diaria, allí estaba yo, esperando el inicio de mi última sesión. Una sonrisa, casi una mueca, se abrió paso a codazos entre la melancolía de lo vivido y la esperanza del porvenir, mientras recordaba con cierto pudor mi primer día. Se había fijado en mi memoria como la típica escena de alcohólicos anónimos en una vieja película. Inolvidable y espeluznante. Me encontraba de pie, rodeado de una treintena de personas que me observaban como suplicándome que les devolviera la mirada que algún día perdieron. No sabía qué hacer, así que tiré de guión, dije mi nombre y pronuncié tras él la frase que todos esperaban escuchar. Los nervios debieron impedirme vocalizar bien, a la vista del interrogante en que convirtieron sus muecas, y tuve que repetirlo. Tras un embarazoso silencio, el terapeuta preguntó, todo amabilidad, ¿Que eres drogadicto, dices? Me dio un vuelco el corazón. Compararme a mí con esa basura, con esos desgraciados, con esos débiles mentales. ¿Acaso tenía yo pinta de drogadicto? ¡Por supuesto que no soy drogadicto!, exclamé indignado alzando la voz. ¡Mi nombre es Juan Velázquez y soy blogadicto!¡Blo-ga-dic-to! repetí a grito limpio. ¡Ah, de los raritos!, respondió uno de los de la mirada perdida, como si acabara de encontrarla junto con su dignidad. Y remató, escupiendo en el suelo con todo el desprecio del que fue capaz, con un ¡eso es en el cibercafé de la segunda planta!


sábado, 17 de noviembre de 2007

¿El padre que nos parió?

Quizás debería, pero no me avergüenza reconocer que no tengo ni puñetera idea del pensamiento de Blas Infante. Deben ser los efectos secundarios de mi aversión a los nacionalismos. Dicen que es el padre de la patria andaluza y así lo han reflejado en el nuevo estatuto. Si ellos lo dicen....

Los recientes insultos de Vidal Cuadras hacia Blas Infante lo han puesto de moda. Por lo que leo por ahí, no sé si su figura ha salido ganando o perdiendo tras algunos aspectos de su pensamiento que han salido a la luz a raíz de esa polémica. Por ejemplo, yo desconocía que se había convertido al islam, o que su ideal de sociedad miraba a África y no a Europa, o que afirmaba que fuimos sometidos por la rudeza y fanatismo de los castellanos durante la reconquista, o que somos una nación sojuzgada.

Últimamente soy bastante escéptico con las distintas versiones de nuestra historia, así que casi todo lo que leo de manera fragmentaria lo suelo dejar en el congelador hasta que consigo tener tiempo para documentarme con más calma. Siempre, claro, que me interese el asunto lo suficiente como para asignarle una parte de mi escaso tiempo. Como no es el caso, me limitaré a dejar un par de enlaces sobre el tema que, por huir de las versiones políticamente correctas, me han parecido interesantes. Aquí está uno y aquí el otro. Que cada cual saque sus propias conclusiones.


viernes, 16 de noviembre de 2007

Una mañana cualquiera

Tengo que reconocer que no soy de los que les gusta que el taxista le dé palique más allá de un breve intercambio de palabras de cortesía. Obviamente, el que me llevó esta mañana a hacer unas gestiones a Hacienda no lo sabía. Ni tenía por qué saberlo. En el primer semáforo por el que pasamos empezó a despotricar de un negro que estaba vendiendo pañuelos. Que si no debían permitirles la entrada en el país, que qué hacía el gobierno que no lo evitaba, que si eran un foco de delincuencia.... Si no fuera por el tono que empleaba, hasta podría estar de acuerdo con sus afirmaciones como punto de partida para una reflexión seria sobre el asunto.

Así estuvo, erre que erre ante mi indiferencia, que él debió entender como una señal de asentimiento porque avivó su discurso. Terminó, cuando estábamos a punto de llegar a mi destino, con un ¡ésta es la democracia!, rematado con un signo de admiración en forma de suspiro resignado. Jugando con esa ambigüedad que te permite ser educado diciendo lo que piensas, le espeté que la democracia era eso y muchas más cosas. Cuando contestó entusiasmado ¡claro, claro, y muchas cosas más!, sonreí satisfecho. Dije lo que pensaba y él pensó lo que quiso.

Me bajé del taxi justo cuando pasaba el tranvía. Seguro que su conductor no tenía que soportar negros en los semáforos ni sus viajeros una conversación no buscada. Sobre todo por aquello de prohibido hablar con el conductor. Cuando llegué a Hacienda me senté a esperar mi turno. Justo detrás de mí había varias mesas para que quienes tuvieran que rellenar formularios o impresos pudiesen hacerlo cómodamente. Dos chavales de unos dieciocho o veinte años que estaban sentados en una de ellas haciendo lo propio, me tocaron el hombro. Oiga ¿qué es un municipio?, preguntaron. Les miré un poco descolocado. Pelos amarillo pollo, tornillería facial varia, manos descuidadas y sucias, ropas extravagantes y un respeto fingido en el habla, como de falta de costumbre. Es lo que tiene el traje, que regala dignidad por fuera aunque uno sea un cretino por dentro. ¿Un municipio? ¿cómo que qué es un municipio?, pregunté a modo de respuesta. Tan poco pudor mostraron ante su ignorancia, que no terminaba de estar seguro de si me estaban tomando el pelo. Sí, un municipio, que qué es, reiteraron. Vamos a ver, ¿tú donde vives?, le pregunté a uno de ellos. En San Juan de Aznalfarache, respondió. Pues ése es el municipio, sentencié. En esta ocasión renuncié a mis principios. En lugar de enseñarles a pescar, les pesqué la pieza, se la cociné y se la serví en su punto. Si no consiguieron enseñarles lo que era un municipio en dieciocho años, no lo iba a hacer yo en cinco minutos. Y mucho menos si el M006 de mi número estaba ya parpadeando en la ventanilla dieciséis.


El tino de Moratinos

Para una vez que dice algo con sentido común, la que le están dando. Sí, ya sé que es muy fácil defenderlo cuando se está de acuerdo con él, pero no se crean que este ministro es santo de mi devoción. Como diría Aznar, el protagonista involuntario del culebrón, lo cortés no quita lo valiente.

Instado a ser firme con Chávez, ha respondido que "la firmeza ya la ejercieron el Rey y el presidente del Gobierno y sin esos gestos de firmeza, absolutamente justificados (¿?), no estaríamos en la situación en la que estamos".

Y ahora dirán ustedes que la culpa de todo la tiene Chávez, que si no hubiera insultado a un presidente y a nuestra democracia no hubiera habido necesidad de responder de esa forma y no se habría generado esta crisis. Sin duda no les falta razón, pero olvidan que las cabriolas de un mono son impredecibles y que lo que sí depende de uno es decidir quedarse debajo del mono para que le caiga encima o quitarse de en medio para ir a comprar un tranquilizante que lo atonte. Y a ser posible, no ponerle la inyección en público.

O eso, o teníamos que haber sido firmes de verdad hace ya tiempo, no ahora de boquilla con un porqué no te callas, asumiendo todas las consecuencias. Todas.


jueves, 15 de noviembre de 2007

El gnomo

El gnomo que habitaba feliz desde hacía dos lustros bajo la tecla de la letra "Ñ", no se percató hasta que fue demasiado tarde, de que Jean-François Revel, propietario del ordenador, había comenzado un curso de español.


miércoles, 14 de noviembre de 2007

Quién os ha visto y quién os ve

Dice CCOO que el tremendo subidón de los precios en Octubre no se ha debido únicamente al incremento del precio del petróleo, compensado parcialmente por la apreciación del euro, sino que también tiene mucho que ver "con un proceso de formación de precios deficiente".

Y ahora es cuando viene la sorpresa. Conociendo la ideología del sindicato, uno espera una diatriba sobre la necesidad de que el Estado intervenga fijando y regulando precios para corregir los perversos errores del libre mercado y el obsceno capitalismo. Pero no. Resulta que abogan por mayor competencia, más libre mercado, para mejorar el proceso de formación de precios.

Ya sólo les falta entender que los salarios son precios y que su proceso de formación padece de similares deficiencias. A ver si se aplican el cuento y piden más libre mercado también para este bien.

Si siguen así, a lo mejor hasta me afilio al sindicato. Y no pueden hacerse una idea de lo que me ha costado escribir esto último. No obstante, permítanme ir entrenándome en utopías varias por si al final tuviese que afiliarme.

Y mientras, Sarkozy pidiendo en el Parlamento proteccionismo para la industria europea. ¡Para que después abran los ojos con asombro los que nos llaman incoherentes a los liberales de izquierda!


martes, 13 de noviembre de 2007

Cuento: Instinto animal

Casi mediados de Noviembre y el día marceaba con un descaro que rayaba la soberbia. Salí a la calle como todas las mañanas. Había que estirar los músculos, hacer algo de ejercicio y tomar el aire. Todo el día encerrado en ese piso de cincuenta metros te deja los músculos vagos, la vista corta y el ánimo agrio.

Al salir del portal y doblar la esquina, Juani, la vecina del cuarto be, recostada en el tronco de una enorme tipuana y con un sólo pie apoyado en el suelo, estaba colgándole los adornos navideños al árbol genealógico de no sé quién. Al ver su tacón de aguja, provisionalmente deformada su afilada punta por una diminuta croqueta, y cubierta su suela por una oscura hamburguesa que rebosaba hasta reposar sobre la blanca piel que su elegante y escaso zapato dejaba al aire, lo comprendí todo. Había pisado una mierda. Por su tamaño y consistencia parecía de persona, pero no, era de perro y la familia, la viva y la muerta, en la que se estaba ciscando en ese momento era la de su dueño.

Aquel día lo comprendí todo. A partir de entonces, cada vez que veía a alguien con una bolsita de supermercado a modo de improvisado guante en una mano y en la otra una correa rematada en su otro extremo por un perro, sabía que no era la limpieza de la acera la que le guiaba, como yo ingenuamente creía, sino la de la memoria de sus difuntos y progenitores. Un verdadero sentimiento de cariño y respeto por los suyos, que incluso vencía el asco que sus caras reflejaban cuando, en el mismo instante en que la mano asía la cosa, su calidez, desagradable reminiscencia de su origen, traspasaba el fino plástico.

Absorto iba, pensando en lo retorcidos que eran los humanos, cuando un brusco tirón de mi cuello me recordó que aún no había hecho mis necesidades y que mi dueño tenía prisa. Miré hacia él con cierta pena. No llevaba ninguna bolsa en la otra mano.


lunes, 12 de noviembre de 2007

Y ahora los empresarios (y II)

A pesar de que el objetivo del informe colisiona frontalmente con el sistema de convivencia que nos hemos dado voluntariamente los españoles, no me resisto a hacer algunos comentarios respecto de su contenido.

En primer lugar, agradecer a la patronal catalana que haya incluido los datos de Andalucía aunque su intención real sea la de compararse con Madrid. ¿Por qué la CEA no ha dicho ni pío sobre el hecho de que la inversión por habitante en Andalucía haya sido claramente inferior a la realizada en Cataluña y Madrid en el periodo analizado?

En segundo lugar, resulta llamativo que se hayan tomado periodos distintos para analizar las inversiones presupuestadas y las liquidadas (las realmente ejecutadas). Si intentamos aproximar los dos periodos para que el análisis sea más coherente, al tomar el periodo 1.997-2006 para las inversiones liquidadas, los resultados son curiosos. Por ejemplo, en las inversiones por habitante, Andalucía pasa de tener 11 euros más de media que Cataluña a tener ¡19,6 euros menos!.

En tercer lugar, el rigor económico que se le supone a una asociación empresarial, brilla por su ausencia. En ningún sitio se dice si los euros de los que se habla son corrientes o constantes. Para los menos familiarizados con los conceptos económicos, el término "corriente" significa que la valoración de cada año se ha hecho con el valor del euro en ese año que, como todos sabemos, es distinto al del año siguiente y al del anterior por efecto de la inflación. Cuando hacemos un análisis temporal de una variable económica, es preciso trabajar con euros "constantes"; es decir, corrigiendo cada año el valor del euro por la inflación. Si no se hace así y sumamos magnitudes de distintos años o las promediamos, estamos sumando o promediando peras y manzanas. Este grave error podría dar al traste con las conclusiones de cualquier informe económico.

En cuarto lugar, ¿a qué se han dedicado los políticos catalanes en el periodo 2002-2006 permitiendo que el porcentaje de ejecución de las inversiones estatales en Cataluña esté en un 74%, el quinto por la cola? ¿O es que toda la culpa siempre es del otro?

Y por último, para no aburrir al personal. Se ha obviado la comparativa de la distribución de las inversiones en función de otras variables como la extensión del territorio, la dispersión de la población o la pobreza relativa, todas ellas contempladas en la LOFCA como criterios obligatorios para la asignación de recursos públicos.


Y ahora los empresarios (I)

La patronal catalana, Fomento del Trabajo Nacional que se llama la criatura, presentó la pasada semana un informe sobre las inversiones reales del Estado en cada Comunidad Autónoma.

En la presentación, además de comparar entre sí las inversiones del Estado en Madrid, Cataluña y Andalucía según tres ratios (en porcentaje sobre el total, en inversión por PIB y en inversión por habitante), su presidente ha solicitado la publicación de las balanzas fiscales. No es necesario que se publique lo que ya sabemos. Como ya analicé en mi trilogía sobre las balanzas fiscales (I, II y III), al margen de las dificultades de cálculo allí expuestas, es obvio que las regiones ricas tendrán una balanza fiscal negativa. ¿Y qué?. Probablemente el señor Juan Rosell también la tenga negativa y su vecino del cuarto, que está en el paro, positiva. En eso consiste lo que exige nuestra Constitución en su artículo 31.

Se confunden gravemente quienes plantean la cuestión desde el punto de vista territorial, afirmando que tal o cual región aporta más de lo que recibe. Es una cuestión de ciudadanos y no de regiones. Quienes están constantemente pidiendo la publicación de las balanzas fiscales sólo pueden tener un objetivo: exigir su equilibrio porque les beneficia. ¿Y cuál será el siguiente paso? ¿Que la Cataluña rica exija también el equilibrio contra la Cataluña pobre? ¿O alguien cree que esos desequilibrios no se reproducen a cualquier escala (que le pregunten si no al vecino parado de Juan Rosell)? Esa es la naturaleza de nuestro sistema fiscal y una de las bases de nuestra convivencia. Si nos lo cargamos, no nos queda casi nada.


domingo, 11 de noviembre de 2007

Un ciudadano más, pero para siempre

Reconozco que ha sido un gustazo escuchar al rey espetarle un por qué no te callas al orangután de Chávez. Claro que yo no soy más que un simple ciudadano que tiene derecho a ser vulgar y a exteriorizar mis bajos instintos cuando tiene delante a un energúmeno. Sólo me represento a mí mismo y no a una nación.

Nuestro presidente me ha sorprendido gratamente en esta ocasión. Ha defendido el honor de un presidente de su país elegido democráticamente, a pesar de la conocida aversión personal que se profesan mutuamente. Y lo ha hecho correcto en las formas y contundente en el fondo.

No puedo decir lo mismo del rey. Lo siento de veras. No estaba en una partida de dominó con unos amigotes, ni en una taberna tomándose unas copas. Y además, le ha dado pólvora al interpelado para contestar, con una cierta razón mal que me pese, que ningún Jefe de Estado puede mandarlo callar. Y menos aún uno que no ha ganado tres elecciones como él.

Si el rey quiere ser un ciudadano más y decir lo que le apetezca, por mí encantado.


viernes, 9 de noviembre de 2007

Cuento: Cincuenta centímetros

Siempre había llevado una vida recta, sin dobleces. En mi trabajo, ésa era una cualidad imprescindible. Y yo era la mejor. Al menos sobre el papel. No en vano llevaba más de treinta años siendo el apoyo de aquellas manos temblorosas, cuyos dedos recuperaban mágicamente el pulso firme de su juventud cuando, como una prolongación de sus extremidades, iniciábamos un nuevo proyecto juntos.

Fui testigo del lejano nacimiento de aquel estudio de arquitectura, Alberto&Asociados. Su larga carrera de éxitos había comenzado exactamente el día en que él, recién licenciado, entró en aquella tienda especializada y decidió que saliésemos juntos de allí. Desde entonces, se había ido pegando a mi piel, como un tatuaje invisible, el recuerdo de las miles de líneas que la imaginación de Alberto había convertido en edificios, museos, fábricas.... Bastaba que me tomara entre sus manos para que me sintiera útil. A veces, sentado ante su mesa de dibujo, me miraba sin verme, me acariciaba sin tocarme, absorto, dando suaves golpecitos con su lápiz sobre mi espalda mientras hurgaba distraídamente en su nariz a la búsqueda de inspiración. Como si su dedo quisiera usar aquel angosto pasillo para atrapar las musas que, jugando al escondite entre los pliegues de su cerebro, le hurtaban aquella idea genial que siempre le había dado un toque mágico a cada uno de sus proyectos.

Aquel fatídico día llegó al estudio con aspecto cansado. Bajo sus ojos, la cara oculta de dos medias lunas gritaban con su silencio lo que era evidente. Otra noche sin dormir. Y ya era la tercera. Se dejó caer en el taburete, apoyó los codos sobre su mesa de dibujo y me miró. De repente, cambió la expresión de su cara, la ira se asomó al balcón de sus ojos haciendo aspavientos, me cogió con una mano y me estrelló violentamente contra el brazo del viejo flexo. Mis cincuenta centímetros de veteranía quedaron reducidos en un instante a dos trozos de plástico de alta calidad. En uno de ellos aún se podían apreciar, medio borrados por el paso del tiempo, dos caballeros medievales en plena lucha sobre las palabras Faber-Castell. Y allí quedé, tirada en el suelo, rota e inservible. Sin saber por qué.


La verdura es saludable, por eso quiero el sombrero

Quizás no se lo crean, pero un tal Joan Ridao de ERC ha presentado una campaña con pancartas en las que se puede leer "He vuelto a llegar tarde al trabajo por culpa de Renfe. Por eso quiero la independencia". No he llegado a ver la pancarta, pero supongo que eso lo dirá en catalán, por supuesto. Aunque quién sabe, porque cuando de amplificar el mensaje se trata, nada como el conocido pragmatismo catalán para renunciar a lo que sea menester, incluido su sagrado idioma, con tal de obtener los resultados apetecidos.

Supongo que estarán convencidos de que toda la responsabilidad sobre lo ocurrido es de lo que ellos llaman España. Del Estado español, del gobierno español, de los ciudadanos españoles que viven de su esfuerzo y les estafan con impuestos. También supongo que están seguros de que los políticos catalanes, a diferencia de los españoles, son unos magníficos gestores, honrados, trabajadores, transparentes, demócratas y entregados al bienestar de su amado pueblo.

Porque todo eso es lo que dice la pancarta. Eso sí, muy resumido que hay que ahorrar tela. Y es que mi capacidad de síntesis no se puede igualar a la del amigo Joan. O quizás sea una cuestión de lengua. Vamos, de idioma, ustedes ya me entienden.

¡Ah! Y absténganse de ir a la manifestación aquellos que ya llegaban tarde al trabajo cuando Renfe todavía funcionaba. Que hay mucho listillo suelto.


jueves, 8 de noviembre de 2007

No lo digo yo.......

Lo dice nuestra Real Academia de la Lengua. Nuestro presidente es un pazguato, un gaznápiro y un iluso. Eso no tendría la menor importancia si fuera un ciudadano más cuyas decisiones afectasen sólo a su entorno más inmediato.

Y es que nuestro presidente es muy feliz. Y yo que me alegro. Lo dijo ayer en el Congreso en un alarde de irresponsabilidad. Vale que un gobernante no tenga que transmitir pesimismo, pero con la que está cayendo en nuestra economía, por referirme sólo a un aspecto fundamental para la calidad de vida de los ciudadanos, hacer alarde de ese esperpéntico y exagerado optimismo que suena a falso es, como poco, irresponsable. Eso si realmente fue una pose, porque si además se lo cree, entonces es un drama.

Si a eso le sumamos que parece convencido de que la acción de gobierno no tiene nada que ver con la brutal subida de precios de los productos básicos, que paren el mundo que me bajo. Alguien de su entorno que sepa algo de economía debería avisarle antes de que diga tamañas sandeces. Con ser grave estar convencido de ello, lo más grave es lo que eso implica, a saber, que a futuro tampoco se van a tomar decisiones al respecto.


miércoles, 7 de noviembre de 2007

En pocas palabras: imaginación y originalidad (nanorrelatos)

"El pecador, arrodillado, pidió ser absuelto de sus horrendos crímenes. El confesionario se tragó su alma, escupió sus huesos y luego volvió a dormirse entre sonoros ronquidos."

"Los duendes hambrientos esperaron su momento agazapados bajo la cama. Cuando ella despertó, estaba sola. Otra vez."

"La víctima se indignó al reconocer a su asesino. Pensaba matarlo él mismo aquella tarde."

"Las voces en su cabeza siempre le habían dicho a quién matar. Fue un placer conocerlas personalmente tras la ejecución."

"- ¡Julieta! ¡Estás viva! - exclamó un avergonzado Romeo subiéndose las mallas."

"La piel de la joven era blanca como la nieve y suave cual terciopelo. Por desgracia, también era dos tallas más pequeña."

(El artista de estas pequeñas joyas: Alfredo Álamo)

martes, 6 de noviembre de 2007

¿Merecemos unos políticos que nos respeten?

La verdad es que me estaba resistiendo a escribir sobre el asunto. Demasiada mierda en las tuberías políticas que los fontaneros de cada partido, lejos de desatascar, decidieron arrojar al aire con ventilador en mano hace ya demasiado tiempo. Y por lo que se ve, han comprado ventilador nuevo.

Aquél fatídico día de hace ya casi cuatro años murieron asesinadas muchas personas. Demasiadas. Ésa es la única verdad incuestionable e inamovible. Todo lo demás, las supuestas mentiras del gobierno de aquella época en los días posteriores, la grave manipulación por parte del PSOE de unos hechos tan dramáticos para ganar las elecciones, el mal perder y el erre que erre del PP desde el 14M hasta hoy y los "repita conmigo que no fue ETA" de unos, contestados por los "repita conmigo que no fue Irak" de los otros hace escasos días, es discutible, pero casi tan dramático como el propio atentado.

Nuestra clase política, o al menos sus cabezas visibles, dan pena. No sé si el PP mintió los días siguientes al atentado, pero el sentido común me dice que no, que siendo tanta la confusión, era disculpable cualquier contradicción en los datos en esos primeros momentos. No sé si fue realmente el PSOE el que puso en marcha la operación de acoso y derribo aprovechando torticeramente la conmoción y la falta de reflejos de un gobierno momentáneamente noqueado, pero me da en la nariz que sí, que fueron desleales al gobierno, a la democracia y al Estado. Es mi opinión. Había que mojarse y me he puesto chorreando.

Lo que no parece discutible ni opinable es que quienes decidieron que el PSOE gobernara fueron los ciudadanos, que son soberanos para equivocarse, para dejarse engañar o para creer a quienes ellos decidan. A partir de ahí, el PP debería haber sabido perder y, tras la sentencia, ambos partidos deberían saber pasar página. Por su bien y por el nuestro. El asunto debería mantenerse vivo sólo en el ámbito judicial y policial, principalmente para clarificar todas aquellas cuestiones que nos permitan crear instrumentos de defensa contra el terrorismo, venga de donde venga.


lunes, 5 de noviembre de 2007

Cuento: El examen

Volví a comprobarlo por si había sido un sueño. Ya no quedaba nadie por los pasillos de la Facultad y pude plantarme con tranquilidad frente a la vitrina. A través del cristal, esmerilado por las huellas que la grasa de los ansiosos dedos de mis compañeros habían dejado sobre él unos minutos antes, se podía apreciar, borroso, mi nombre en la lista. Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla. Asignatura, metafísica. Curso, cuarto. Nota, matrícula de honor.

Era el único aprobado de más de trescientos. No podía ser. Aquel día llegué con una resaca descomunal después de tres días consecutivos de juerga y dos noches locas con María. Entré al examen sólo porque soy un animal de costumbres. En los cuatro años que llevaba en la facultad, jamás había dejado de presentarme a ninguno. Y éste no iba a ser el primero.

Cuando me entregaron el folio con las preguntas, pensé que la falta de sueño y el vértigo de mi mente en blanco estaban jugándome una mala pasada. Sólo dos palabras y un inmenso desierto blanco bajo ellas que debía convertir en un vergel de ideas. Primera y única pregunta: ¿POR QUÉ? Estaba claro que iba a sufrir una dolorosa derrota en aquella batalla. Y el catedrático se había pasado tres pueblos. De original y de cabroncete. Recordé a María, su piel, su sonrisa enigmática, el olor a melocotón de su pelo, el mármol cálido de sus caderas, la alquimia de sus caricias. Me pareció oír que su voz sonriente susurraba algo a mi oído y, con el arrojo suicida que nos alquila la desesperación, casi sin darme cuenta, lo escribí en el papel: ¿Y por qué no? Firmé, entregué el examen y me fui a comprar los churros que le había prometido a María para el desayuno.

Amaranta Vargas, matrícula de honor. Asignatura, metafísica. Curso, cuarto. No me lo podía creer.


domingo, 4 de noviembre de 2007

Cuento: Como dos gotas de agua

Por fin había llegado el día. Casi un lustro urdiendo el meticuloso plan y de nuevo estaban allí aquel Sábado Santo, en el patio del convento. Entre las rendijas de la persiana de mi diminuta celda podía observarlo todo. El capataz, que acababa de terminar la "igualá", y los costaleros.

Nerviosos, tensos, sosteniendo el extremo de la faja del compañero unos, arrodillados sobre el costal otros. Y allí estaba él, con apenas veinticinco años. La una y media de la tarde. La hora convenida. Levantó la vista hacia mi ventana. No podía verme, pero mi corazón dio un vuelco y el vello de mi desnuda nuca se erizó bajo mi hábito. Salí rápidamente de mi celda y afronté el largo pasillo solitario. Todas las hermanas debían permanecer en sus celdas mientras hubiese hombres en el recinto sagrado. Al otro extremo apareció él y le urgí a que apretara el paso. Llegó junto a mí y nos deslizamos rápidamente al interior de mi celda. Nos abrazamos nerviosos.

En esta mañana de Domingo de Resurrección, mientras rezo en la capilla y procuro que el hábito no roce la dolorosa llaga de mi cuello, doy gracias a mi Señor por permitirme pasear sobre mis hombros a su Madre por las calles de Sevilla. Y también por haberme dado un hermano gemelo. Como dos gotas de agua.


(Con especial cariño para todos los semanasanteros y "tontos" del capirote, Paco Robles dixit, que suelen tapear por mi taberna)

viernes, 2 de noviembre de 2007

Sólo es otra opinión

Lo dice John R. Christy, miembro del IPCC, en el Wall Street Journal de ayer. Merece la pena leer el artículo entero titulado "My Nobel moment", pero para los más vagos, extracto los párrafos que me han parecido más interesantes.

The other half of the prize was awarded to former Vice President Al Gore, whose carbon footprint would stomp my neighborhood flat. But that's another story.
[.....]
There are some of us who remain so humbled by the task of measuring and understanding the extraordinarily complex climate system that we are skeptical of our ability to know what it is doing and why. As we build climate data sets from scratch and look into the guts of the climate system, however, we don't find the alarmist theory matching observations. (The National Oceanic and Atmospheric Administration satellite data we analyze at the University of Alabama in Huntsville does show modest warming -- around 2.5 degrees Fahrenheit per century, if current warming trends of 0.25 degrees per decade continue.)
[.....]
I haven't seen that type of climate humility lately. Rather I see jump-to-conclusions advocates and, unfortunately, some scientists who see in every weather anomaly the specter of a global-warming apocalypse. Explaining each successive phenomenon as a result of human action gives them comfort and an easy answer.
Sólo es otra opinión.


Cuento: All Hallow's Eve

Mientras salía del cementerio, pensaba que aquello parecía una fiesta. Sólo se acordaban de sus muertos, de forma tan visible y folclórica, cuando el cruel calendario se lo ordenaba.

Allí estaban los vivos. Y en el más allá, los muertos. Entre ellos, sólo el tiempo que se transmuta en distancia cuando filtra el recuerdo y anestesia el dolor. Nunca supe qué se siente al perder a un ser querido porque nunca quise a nadie. Tampoco nadie me quiso nunca a mí. Ni siquiera los que creían quererme.

Mientras buscaba el dichoso disfraz, recogí mis huesos antes de que el tumulto los pisoteara. Maldita osteoporosis, mascullé en voz baja mientras los colocaba cuidadosamente en el orden correcto. La última vez, las prisas me jugaron una mala pasada ¡todavía me dan arcadas cuando lo recuerdo! A pleno sol, algún transeúnte se quedaba mirando con descaro al verme salir del cementerio renqueante, la cara de un pálido marfil hueso, la capa polvorienta, las botas exageradamente grandes. ¡Qué pasa! ¿es que nunca has dormido la mona en un cementerio después de una fiesta de disfraces?, le grité al primero que osó increparme por mi falta de respeto.

Me alejé del camposanto lamentando amargamente cuán bajo había tenido que caer: la parca escondida bajo una resacosa juerguista, disfrazada de Capitán Alatriste decapitado para pasar desapercibida.¡Qué vergüenza! Mi jefe y sus disparatadas ideas para mantener al personal en su caverna particular. El próximo año sólo me compro la gomilla y que me despida si quiere.

(Dedicado especialmente al tirillas)


jueves, 1 de noviembre de 2007

¡Qué nivelazo!

Comenzó la intervención en el parlamento aragonés como portavoz socialista de Educación y la terminó como ex. No sé si quien decidió que fuera portavoz también es ya ex. Aunque viendo cómo funciona la política en nuestro país, supongo que no.

Si alguien no termina de entender en qué consiste el Principio de Peter, aquí tiene una clase práctica.