domingo, 16 de agosto de 2015

Invita la casa. Hoy: con la mano en el corazón

Casi siempre me reconforta leerle a alguien que es un liberal de izquierdas -un puñetero liberal de izquierdas, escribe contundente Javier Cercas-, quizás por no sentirme tan solo, o quizás porque nunca he entendido cómo se puede ser genuinamente de izquierdas sin ser liberal, aunque se pueda ser liberal sin ser de izquierdas.

En un breve y delicioso artículo, Javier Cercas dice cosas como ésta, aunque puestas en boca de un Xavier Rubert cuarentón que ahora, a la vista del relato, resulta evidente que ha envejecido mal, muy mal.

"...en democracia, la política no debe ser épica ni sentimental sino aburrida y sosa, que hay que dejar la épica y los sentimientos para el arte y la vida privada, que la política es prosa y no poesía, que la tarea del político no consiste en intentar traer el cielo a la tierra sino sólo en mejorar la tierra –en esa humildad estriba su grandeza–, que el político no debe prometer la felicidad: debe conformarse con facilitar las condiciones para que cada uno la busque por su cuenta."


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