lunes, 30 de noviembre de 2015

A la Sexta va la vencida... O no

Pues ahora que lo dice la Sexta, oráculo de la progresía de este país, imagino que algunos, espero que muchos, empezarán a dejar de decir tonterías y a plantear este asunto con el debido rigor.

Otros, pocos, muy pocos, hemos escrito sobre esto desde hace más de ocho años en cinco ocasiones sin demasiado éxito. Se ve que a la Sexta va la vencida. ¿O tampoco?


Ya verán, ya...

Ya verán cómo los que ahora reclaman que el Estado salve a Abengoa de una nefasta gestión, son los mismos que despotricarán después contra el libre mercado tras no permitirle actuar purgando las empresas mal gestionadas. Los mismos que acusarán al libre mercado de socializar las pérdidas tras clamar al cielo que se socialicen a través de la intervención del Estado.

Sí, es una estrategia perversa acusar a alguien de no actuar habiéndole impedido previamente hacerlo. Pero los ciudadanos la compran. ¿Ven como el libre mercado es el diablo?, les dicen una y otra vez. Mientras, el libre mercado hace oídos sordos porque ni está ni se le espera. Demasiados intereses para permitirse el lujo de la libertad.

Este asunto se arreglaría si les dejaran solos. La simple expectativa de que el Estado intervendrá -ya lo está haciendo con sus rotundos mensajes-, incentiva a las partes a no llegar a un acuerdo, a la espera de que otros, los ciudadanos, asuman parte del riesgo y de la posibles pérdidas.

Ya verán, ya... 


miércoles, 18 de noviembre de 2015

Al rico refranero...

Dios, o quien sea, los cría, y ellos se juntan. Ya saben, más vale nacer con estrella que nacer estrellados. 

En fin, que vaya dos patas para un banco.


jueves, 12 de noviembre de 2015

De imposturas y réditos ideológicos

A Arcadi Espada -que dicho sea de paso, no es santo de mi devoción-, le están dando hasta en el cielo de la boca. Pero qué quieren que les diga, yo estoy bastante de acuerdo con el fondo de lo que dice. A mí, tanto minuto de silencio a las puertas de los Ayuntamientos, cámaras mediante, y tanta manifestación para subrayar la obviedad de lo que no es más, ni menos, que un asesinato tan execrable como cualquier otro, me parece altamente sospechoso de rédito ideológico.


martes, 10 de noviembre de 2015

La pela es la pela...

El español es ontológicamente chapucero, improvisa antes que planifica. Es entendible por tanto que algunos catalanes quieran dejar de ser españoles. No lo es tanto que pretendan conseguirlo comportándose como tales. Porque lo que viene sucediendo en los últimos meses en Cataluña, culminado por la resolución aprobada ayer en el Parlamento catalán, no es más que una inmensa chapuza impropia de catalanes que desean dejar de ser españoles.

La pregunta no es qué puede hacer el Estado español para evitar lo que pretenden los independentistas -que puede hacer muchísimas cosas-, sino qué pueden hacer los independentistas para conseguir lo que pretenden, más allá de declaraciones de intenciones y pulsos políticos.

En la práctica, ningún Estado moderno puede funcionar sin recursos económicos. Quienes promueven esta chapuza lo saben. Y por eso, junto a consignas panfletarias varias, incluyen en la resolución aprobada la verdadera clave de bóveda del proceso: la promulgación urgente de una ley de Seguridad Social y otra de Hacienda Pública.

Imaginemos que dentro de un mes han aprobado sendas leyes. Al margen de las cotizaciones, casi el 90% de los ingresos del Estado provienen de IRPF, IVA e Impuesto de Sociedades. La mayor parte de la recaudación de esos impuestos se realiza a través de las empresas. El IRPF se retiene en las nóminas de los trabajadores y se ingresa en Hacienda, el IVA se recauda por las empresas y es ingresado periódicamente en Hacienda y el Impuesto de Sociedades es ingresado por las empresas en Hacienda. En cuanto a las cotizaciones, tres cuartos de lo mismo.

¿Quiénes van a empezar a ingresar sus impuestos en las recién creadas Hacienda y Seguridad Social catalanas y dejar de ingresarlos en las del Estado español? En principio, el 37% del censo ha votado sí a la independencia. Admitamos -por elucubrar que no quede-, que sea incluso el 50%. Sigamos admitiendo que ese porcentaje se reproduce entre el mundo empresarial y que el 100% de esos empresarios independentistas están dispuestos a dejar de ingresar los impuestos en el Estado español y a ingresarlos en el nuevo Estado catalán, a pesar de que dejar de hacer esto último podría tener consecuencias, administrativas y penales, muy graves para ellos. Incluso en ese escenario, probablemente el más óptimo que pudiera darse, ¿creen ustedes que sería económicamente viable un Estado catalán con esos ingresos? Al Estado español le bastaría con esperar sentado a ver pasar los cadáveres políticos de los independentistas. Y quizás sea eso lo que debiera hacer. Ya saben, las cosas caen por la fuerza de la gravedad, y si no, lo harán por su propio peso.

En fin, que la pela es la pela...