viernes, 23 de diciembre de 2016

Así se construye la credibilidad perdida...

Esto de desmontar los mantras y titulares de nuestros ínclitos políticos resultaría divertido si no fuera peligroso.

Por ejemplo, el pasado día 20, el Congreso aprobó la toma en consideración de una propuesta legislativa del Grupo Socialista para modificar el art. 42.1 del Estatuto de los Trabajadores. Al margen de la opinión que me merezca el fondo de dicha iniciativa -de eso hablaremos en otra ocasión-, me sorprendió leer en la mayoría de la prensa "seria" titulares del tipo "PSOE inicia una estrategia para "atacar" por partes la reforma laboral..." o "El Congreso inicia el camino legal para tumbar la reforma laboral...". Como no me fío mucho de los hacedores de titulares, fiel a mi costumbre, acudí a la fuente protagonista de la noticia. Y en su página web se dice:



 
Es decir, "el Grupo Socialista pide el respaldo del Congreso para frenar la precariedad laboral, el empleo temporal y la inseguridad de la reforma laboral del PP", modificando un artículo del Estatuto de los Trabajadores que no ha sido reformado por la reforma laboral del PP y cuya redacción ha permanecido intacta desde el año 2001.

En fin...


lunes, 19 de diciembre de 2016

A mí que me registren...

Pregunta: ¿Se puede ser prostituta y feminista?

Respuesta: Claro que se puede, ¿por qué no?

Pregunta: Bueno hay quien considera que la prostitución es sólo esclavitud: también desde el feminismo.

Respuesta: Esa visión en blanco y negro forma parte de los esquemas patriarcales. Con el feminismo pasa como con la izquierda: hay muchos feminismos y no se debe confundir el género con los órganos genitales. El patriarcado es muy redentor, quiere salvar a los demás: y, oiga, no me salve usted de nada, sólo permítame emanciparme. Hay asociaciones de prostitutas, como Hetaira, que plantean cuestiones muy interesantes. El redencionismo es despótico, pero no se puede hacer la revolución sin ellas. Yo no me atrevo a decirle a una mujer prostituta qué tiene qué hacer sin preguntarle qué quiere hacer. Lo que hay que conseguir es que ninguna mujer se prostituya sin su voluntad o se vea abocada a la prostitución por necesidad. Hay mujeres que prefieren prostituirse a limpiar pisos y hay que respetarlo.


Pues eso, más o menos lo que yo vengo diciendo. ¿La novedad? Que lo afirma una mujer que, además, dice ser muy de izquierdas. Y sus votantes también. A mí que me registren.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Dos caras de una misma moneda...

Cuando hablamos de los efectos que sobre el empleo o los salarios tiene la existencia de un salario mínimo por ley hay que ser prudente. Hay evidencias empíricas para casi todos los gustos. Unos estudios han comprobado que se produce un aumento del paro en determinados sectores de la población. Otros, que se produce un aumento del salario medio. Otros no han detectado efecto apreciable alguno en ninguna de las dos variables...

¿Significa eso que tales estudios son erróneos o están faltos de rigor? No necesariamente. Lo más probable es que se hayan realizado en escenarios económicos y laborales dispares. Porque el efecto de una salario mínimo impuesto por ley no será el mismo cuando su cuantía esté por debajo del salario que cobra el 99% de los trabajadores que cuando se sitúe en el salario medio. O cuando se trate de una economía con abundancia de trabajadores cualificados frente a otra donde abunden los trabajadores poco cualificados. O cuando exista un mercado laboral rígido frente a otro más flexible.

Así, situar el SMI por encima del valor que produce con su trabajo un determinado trabajador puede tener varios posibles efectos. O bien ese trabajador no es contratado. O bien el empresario tenderá a sustituir mano de obra por capital, por ejemplo mecanizando las tareas si ello es posible. O bien esa actividad terminará realizándose en la economía sumergida. O, simplemente, si el consumidor no está dispuesto a pagar ese servicio o producto al coste que supone su producción, dejará de crearse esa empresa o desaparecerá si ya está creada. Como se ve, en tal supuesto, o se destruyen puestos de trabajo, o no se crean, o se hacen invisibles. En cualquier caso, nada bueno ocurre.

Si, por el contrario, situamos el SMI en niveles por debajo del valor que produce el factor trabajo, el efecto será inocuo o, incluso, podría tener algún efecto positivo, como el aumento de los salarios a costa de margen empresarial. Tal efecto se produciría en el caso de que el empresario estuviera dispuesto a pagar, por ejemplo, 1.000 euros al mes, y el trabajador estuviera dispuesto a trabajar por 700 euros al mes. En tal supuesto, sin la existencia de un salario minimo obligatorio, lo más probable es que el salario se situara más cerca de los 700 euros que de los 1.000 euros. Pero un salario mínimo situado entre esas dos cantidades haría subir el salario a costa del margen empresarial, pues el empresario seguirá obteniendo la rentabilidad mínima necesaria del factor trabajo mientras el salario se mantenga por debajo de los 1.000 euros mensuales.

Obviamente, entre esas dos situaciones existen multitud de escenarios intermedios que producirán, también, efectos muy variados. Y también existen otras formas de implementar un salario mínimo que intente, en la medida de lo posible, paliar los efectos negativos que puede producir, estableciendo, por ejemplo, distintos SMI en función de la edad, el sector productivo, etc.

En cualquier caso, lo que no debe olvidarse es que el SMI no es sólo una prohibición jurídica al empresario de remunerar el trabajo por debajo de un determinado salario, sino que también impide al trabajador prestar sus servicios por debajo de dicho salario, aunque estuviera dispuesto a hacerlo. Dos caras de una misma moneda. 



Mi amigo Manué y sus realidades

Bueno, pues ya tenemos otra subida de impuestos sobre la mesa. Y si se creen ustedes que la van a pagar las empresas porque afecta, fundamentalmente, al Impuesto de Sociedades, van listos. Porque además de que las subidas de impuestos no son neutras para la actividad económica y, por tanto, para los ciudadanos, ésta incluye otro catastrazo, subida de impuestos especiales -menos mal que el vino y la Cruzcampo se libran-, incremento de las bases máximas de cotización, mantenimiento del atraco a mano armada que supone el Impuesto sobre el Patrimonio...

Y claro, todo ello porque hay que reducir el déficit. Que digo yo, que alguna vez tendrán que probar a reducirlo por la vía del gasto. ¿Más recortes? ¡Te quieiyarcarajo, picha!, que diría mi amigo Manué. Y es que Manué, aunque le enseñe los números, dice que vale, que mucho gráfico, que muchos colorines, pero que él no llega a fin de mes, que lleva 8 años en el paro, que los vecinos de su barrio andan más o menos igual de tiesos y que la culpa de todo es del austericidio ese. Sin duda, un magnífico caldo de cultivo para el populismo y un freno para que políticos mediocres y cortoplacistas tomen decisiones valientes.

Porque es innegable que la realidad de Manué y sus vecinos del barrio es la que es y esa realidad no la cambia un gráfico por muy verdad que sea. Pero también lo es que lo suyo no es culpa de que el Estado haya recortado el gasto corriente, el que afecta a los ciudadanos en el corto plazo. Y no lo es porque ese gasto no se ha recortado. No lo digo yo, lo dice el propio Estado.






Como puede observarse en el gráfico, el gasto corriente, el que se emplea para el funcionamiento diario del Estado, los servicios y las prestaciones al ciudadano, lejos de disminuir, se ha casi duplicado desde 2001 y se ha mantenido durante los años de la crisis, siendo además el de 2015 el más alto en términos nominales de la historia de nuestro país. El recorte brutal durante la crisis, casi de un 50% respecto del principio de la misma, se ha producido en las inversiones públicas, ésas que el ciudadano no percibe en el corto plazo, pero que reducen la competitividad del país en el medio y largo plazo, con las consecuencias que ello tiene para el crecimiento economico y el empleo futuros. Pan y votos para hoy, hambre y reproches para mañana.

Sí, ya sé que esto, a Manué, se la trae floja mientras siga sin poder pagar la luz, pero yo se lo cuento. Lo que haga con esa información ya es asunto suyo.